Jun 3, 2009

Chef Lidia y la Cocina Italiana

La Chef Lidia Matticchio Bastianich del programa de Food Network; Lidia's Italy compartió anécdotas de la cocina italiana con Jessica Morales -Presidenta de Jess! Excellent Service Consulting. Chef Lidia es dueña de cuatro restaurantes aclamados en la ciudad de Nueva York y productora de excelente vinos de Viñedos Bastianich en Italia. (www.lidiasitaly.com).

Luego de haber trabajado en un restaurante italiano no es raro que haya cultivado el gusto por la comida italiana. Aunque el paladar puertorriqueño no está ajeno al sabor adictivo de las pastas, lo cierto es que probar la comida toscana confeccionada por un chef toscano es una experiencia exquisita. Y entre platos típicos de la región toscana de Italia y seductores vinos italiano fui conociendo poco a poco porque estos platillos cautivan el paladar. Lejos de ser una experta y apenas conocedora de vinos, me siento en completa comodidad a la hora de ordenar una ensalada Caprese en lugar de una ensalada de la casa y acompañarla con una copa de La Crema Pinot Noir. Hasta mis hijos aprendieron a disfrutar del sabor particular del vinagre balsámico y su peculiar aroma.

Uno de mis rincones favoritos es el Restaurante Paiolo: Trattoria Creativa. En este divino rinconcito el Chef William Maldonado galardona su menú con panes y pastas frescas (incluso integrales) echas en el mismo restaurante. De aquí, mi platillo favorito era conocido como "La Tablita" acompañado de un refrescante Santa Margarita Pinot Grigio.

Un dato curioso para aquel que quiera aventurarse a comer en un restaurante italiano "fine-dining" es tener en mente que la cocción de los alimentos se hace al momento. Por esta razón les cuento la siguiente anécdota ocurrida mientras laboraba en el restaurante "Tuscany" del Hotel Marriott de Isla Verde.

El restaurante era bastante concurrido tanto por clientela extranjera como local y esa noche tuvimos como comensales a un grupo de 5 invitados. Este comensal en particular ordenó un filet mignon término well done. El mesero lo apercibió del tiempo que tomaría su plato en relación a los otros platos solicitados por los otros comensales. El mesero, muy competente, le recomendó que degustara un aperitivo en lo que su plato estaba listo. El comensal declinó jovialmente, haciendo hincapié en que velaba su ingesta de alimentos para no afectar su peso. La cocción del filet mignon duró justo lo que amerita su preparación. Para este momento el comensal ya se había quejado en dos ocasiones por el tiempo de espera. Y el mesero le había insistido, muy amablemente que probara un aperitivo en lo que los otros comensales ya degustaban su plato principal.

Cuando se le sirvió su platillo, el comensal decidió que el corte de carne no estaba al término solicitado, sin pensarlo dos veces el mesero le retiró el plato y le aseguró que le traería uno nuevo. El excelente mesero ya no insistía en el aperitivo sino que había optado por traerle discretamente al comensal un aperitivo que colocó disimuladamente en la mesa frente al cliente para que este lo ingiriera, de manera complementaria. Para la segunda ocasión que el mesero le trajo el platillo a la mesa todo el personal del restaurante se encontraba brindándole atenciones a la mesa de los cinco invitados. Cuatro de ellos impresionados y halagados. El comensal carnívoro algo airado rehusó el platillo y demandó hablar con el gerente.

En realidad no había cabida para excusas, no perdería el tiempo en discusiones estériles con un comensal que entendía que había sido mal servido. Sin titubear escuché por espacio de 20 minutos la queja matizada con insultos, referencias a su linaje y sus contactos personales (grandes jugadores de casino), su árbol genealógico y cuanta explicación consideró el cliente que le valdría mencionar con tal de ponerme en mi sitio por manejar tan mal semejante servicio. Después de la queja (que en realidad fue ponderada con todo respeto) demás estaba decirle al cliente que su plato no sería cargado a su cuenta desde el momento que nos fijamos que su semblante se había tornado incómodo por el tiempo de espera, que a juzgar por el cliente debió haber sido un máximo de 10 minutos. Hubo que aguantar al chef que insistía en darle un "crash-course" al cliente de cortes de carnes y tiempos de cocción.

La mesa de invitados salió por la puerta ancha con el monto de una cena de más de $200 cargada al restaurante y una botella de vino para probarle al ingenuo comensal que aunque no sepa de cursos en una restaurante "fine-dining" el personal estaba realmente comprometido con la satisfacción de su clientela.

No comments: